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dc.contributorRosas Artola, Manuel
dc.contributor.authorMatas Segovia, Arantxa
dc.contributor.otherUniversitat Jaume I. Departament d'Educació
dc.date.accessioned2014-11-18T10:52:58Z
dc.date.available2014-11-18T10:52:58Z
dc.date.issued2014
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10234/108400
dc.descriptionTreball Final de Grau en Mestre o Mestra d'Educació Primària. Codi: MP1040. Curs: 2013/2014ca_CA
dc.description.abstractHace ya varias décadas que se produjo el fenómeno de la inmigración. Este fenómeno nunca se estanca. Y es que continuamente muchos individuos dejan su país de origen para buscar nuevas oportunidades en otros países. En la mayoría de casos cuando se emigra a un país se deja todo atrás: casa, familia, amigos, e incluso costumbres y tradiciones. Se empieza una nueva vida, en un nuevo lugar en el que se construye una nueva familia y un nuevo círculo social. Los individuos que emigran se adaptan a la cultura dominante y a los cambios asociados a ella. No obstante, las raíces siempre serán las raíces, y su país siempre seguirá siendo su país. Ese sentimiento de pertenencia, de identificación con algo que es parte de ellos nunca acaba de desaparecer. Han tenido que adaptarse y convivir con nuevas normas, nuevas costumbres e incluso han hecho suyas las tradiciones españolas. Han reunificado sus familias y han creado un proyecto de futuro. En estas nuevas familias, nacen los niños de padres extranjeros, que son españoles, pero que seguimos denominando inmigrantes por una acción que llevaron a cabo sus padres, la de emigrar, hace muchos años y de la que ellos no son conscientes. Estos niños no han nacido en el seno de la cultura de sus padres, en el ambiente en el que lo hicieron ellos, y por lo tanto no tienen ese sentimiento de pertenencia tan arraigado. En muchas ocasiones nos encontramos en que los niños pueden sentir que su identidad étnica es diferente a la que determina la procedencia de sus progenitores, y es que han nacido en España y son españoles. Además, si hablamos de inmigrantes de segunda generación, en la mayoría de casos no han visitado el país de sus padres y no han tenido ningún contacto directo con ese ambiente. A estas circunstancias se le añade la dificultad, muchas veces, de mostrar sus creencias o su cultura delante de los demás compañeros por el miedo al rechazo. En el siglo XXI esto ya no debería ser un problema, pero lo sigue siendo. Por eso, tal y como apuntan Elosegui y Etxeberria (2010), en la escuela debería incorporarse la lengua familiar y la cultura en el currículo escolar, cosa que permitiría dignificar culturas y sensibilizar a todo el alumnado. Hasta el momento se ha dedicado mucho esfuerzo en conseguir y proclamar la integración de los niños, tanto en el aula como en la sociedad, pero no se ha tenido en cuenta que este proceso de integración puede llevar implícito un proceso de abandono de la cultura de origen de sus progenitores. Hay poca dedicación en el ámbito de la educación para mantener esa cultura. Hasta el momento solo se tiene conciencia, tal y como afirman K.Elosegi y F. Etxeberria (2010) en “Nuevos retos en la escuela con inmigrantes”, de la existencia de dos programas, cuyo objetivo es que exista un respeto y se mantenga la lengua y cultura familiar de aquellos alumnos de progenitores extranjeros: Programa de Lengua y Cultura Portuguesa y Programa de Lengua Árabe y Cultura Marroquí. Dichos programas son posibles gracias a la cooperación entre la administración española y la extranjera, y se llevan a cabo dentro del aula con la participación de todos aquellos alumnos que lo deseen, no solo los inmigrantes. El objetivo de este trabajo experimental es descubrir qué conocimiento tienen los niños del país de los padres a través de éstos o de familiares y de posibles visitas a dicho país, y si realmente existe esa transmisión de cultura , o si por lo contrario se está produciendo un proceso de aculturación, entendida como define Berry (2001) como “un proceso de cambio psicológico y cultural que resulta del continuo contacto entre personas de diferentes procedencias culturales y que puede ser observado a través de diferentes dominios, como las actitudes, las conductas, los valores y la identidad cultural”. Basándome en la literatura existente, mi hipótesis es que los niños de padres inmigrantes sí reciben esa transmisión de cultura, costumbres, lengua y creencias por parte de los progenitores y asimismo lo indica el Defensor del Pueblo (2003) cuando dice que un 97’3% de los padres y madres inmigrantes quieren que sus hijos conserven la lengua y costumbres familiares, pero que también aprendan la lengua y cultura española, como señal de integración social.ca_CA
dc.format.mimetypeapplication/pdfca_CA
dc.language.isospaca_CA
dc.publisherUniversitat Jaume Ica_CA
dc.rights.urihttp://rightsstatements.org/vocab/CNE/1.0/*
dc.subjectGrau en Mestre o Mestra d' Educació Primàriaca_CA
dc.subjectGrado en Maestro o Maestra de Educación Primariaca_CA
dc.subjectBachelor's Degree in Primary Educationca_CA
dc.subjectIntegración escolarca_CA
dc.subjectInmigraciónca_CA
dc.subjectEscolaresca_CA
dc.subjectIntegración socialca_CA
dc.subject.otherIntegració escolarca_CA
dc.subject.otherEscolarsca_CA
dc.subject.otherIntegració socialca_CA
dc.subject.otherEmigració i immigracióca_CA
dc.title¿Aculturación o transmisión de cultura? : estudio de caso en alumnos inmigrantes de primer curso de Educación Primariaca_CA
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/bachelorThesisca_CA
dc.educationLevelEstudios de Gradoca_CA
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/restrictedAccessca_CA


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