La Princesa Mononoke: estudio desde la mirada del niño occidental

Abstract

El cine de animación ha estado marcado en el siglo XX por la hegemonía del gigante americano Disney. A pesar de ello, hay un director que se ha erigido como uno de los más grandes directores en este ámbito y ha conseguido, hoy en día, convertirse en el mayor emblema de la animación tradicional. Hayao Miyazaki. Miyazaki ha creado un estilo único e irrepetible reflejado en el trabajo detallado y meticuloso que aúna cada uno de los planos que componen sus films. Reticente al uso de nuevas tecnologías 3D en sus producciones, se ha convertido en el abanderado de la animación en 2D gracias a películas como El viaje de Chihiro, El castillo ambulante o La princesa Mononoke. Mundos mágicos, personajes con gran carácter alejados de los estereotipos e historias que vuelan más allá de la imaginación, son la base de una filmografía marcada por las grandes influencias de la literatura europea, el folklore japonés y su personal concepción del mundo en el que vivimos. La princesa Mononoke relata, en la superficie, un mensaje ecologista pero, si el espectador se sumerge en esta representación fantástica del Japón feudal, podrá encontrar muchos otros secretos que parecen estar ocultos en la multitud de símbolos y criaturas que presenta Miyazak en sus dibujos, donde cada trazo guarda un significado y nada queda libre al azar.