Justicia y amor para África: la perspectiva de la razón pública y el papel de la religión en la misma

Abstract

Una motivación profunda y militante, comprometida con la causa de un África capaz de enfrentar sus males dio origen a este trabajo de Fin de Master en Ética y Democracia. Una motivación nacida de la pregunta: ¿Qué ética para África? Con la exposición de este estudio, hecho con gusto y pasión se busca hacer sonar los tambores de la Justicia y el Amor en la conciencia política, civil y religiosa dejando clara la parte que a cada cual le corresponde a favor de dicha causa. Es responsabilidad política garantizar de modo indiscutible e innegociable los mínimos de justicia a todos los hijos e hijas de este amado continente. Cabe a cada ciudadano y ciudadana ejercer su ciudadanía activa en el cumplimiento firme y perseverante de su deber a favor del bien social, y de reclamar al Estado y su gobierno la tutela de dichos mínimos, que no son otros sino los derechos humanos. Cabe a las religiones, no el legislar y garantizar dichos mínimos, competencia de los Estados y sus gobiernos, sino ser fuente de sentido, horizonte y mística, impulso inspirador, motivador de convicciones convocando a las personas hacia la vivencia ética y responsabilizándolas, seducidas, no tanto por la ley, cuanto por la atracción. En vista de este objetivo general y en dirección a la pregunta hecha anteriormente se estructura este trabajo enmarcado en dos partes contando cada una de ella con dos capítulos. La primera parte con sus dos capítulos expone primeramente el marco teórico de la justicia en clave habermasiana. En su segundo capítulo se presenta el diseño de una Ética de la Justicia y del Amor para un contexto africano de grandes contrastes sociales, contexto eminentemente multicultural. La crítica ética y política de A. Mbembe servirá de apoyo en esta contextualización. La segunda parte plantea la cuestión de la religión en la plaza pública en versión africana. El primer capítulo de esta segunda parte se encuadra dentro del pensamiento habermasiano y rawlsiano sobre la presencia de la religión en lo público, sus objeciones y posibilidades. El segundo, se orienta a justificar el valor de la religión y el rol insustituible que ésta tiene en la plaza pública desde el ejercicio de una ciudadanía activa; sin obviar la mirada crítica que autores africanos como A. Mbembe, B. Buho o Fran Fanón entre otros hacen sobre la misma. Ella podría convertir la ética en una fuerza de atracción sin más. Desde esta perspectiva podrán ayudar los pensadores de la Escuela de Valencia, pionera en una reflexión humanista integral y crítica con las -5- grandes ideologías contemporáneas. En las conclusiones se podrá asistir a los desafíos o más bien a los hilos conductores que podrían forjar un discurso y una praxis de Justicia y de Amor que fundamenten la capacidad de renovar la vida en el continente. Aquella justicia africana del derecho y del deseo de millares de pueblos enteros, víctimas de un orden social tan injusto e inhumano, que sólo la experiencia del amor, de la compasión y la solidaridad podrán transformar.