Derechos de conciliación de la vida personal, familiar y laboral.

Abstract

Los derechos de conciliación han ido evolucionando al tiempo que lo hace la realidad social. En un principio la tradición suponía una división del trabajo fundada en los estereotipos sociales, según los cuales las mujeres debían dedicarse a la actividad doméstica y los hombres eran quienes salían fuera a trabajar. Ello explica el modelo normativo existente entonces, dirigido a facilitar que la mujer se dedicase a las labores domésticas -reconociéndose por ejemplo permisos de natalidad-1 . Sin embargo, el modelo normativo actual establece medidas de individualización de los derechos de conciliación, concediéndose a cada uno de los progenitores, acompañándolas de medidas de fomento del ejercicio masculino “ya que aquéllas, por sí solas, son necesarias pero insuficientes a efectos de la corresponsabilidad”2 . Pese a ello, la doctrina señala limitaciones en el legislador que se preocupa por el trabajo pero se olvida de la otra parte, la familia, lo que se traduce en una neutralidad para mantener los estereotipos sociales -porque las decisiones de las personas están condicionadas por condicionantes económicos, como la brecha salarial entre hombres y mujeres, y prejuicios sociales . En el apartado séptimo se ha expuesto la reciente cuestión sobre la maternidad subrogada ya que la consolidación de nuevos modelos familiares, más allá de la clásica familia heterosexual, también ha afectado al tratamiento de los derechos de conciliación.