Plan individual de rehabilitación : perspectiva del recovery e influencia del entorno en el funcionamiento psicosocial

Abstract

A lo largo de la historia, las personas con enfermedades mentales han sido terreno de la marginación, reclusión y abandono, mártires de una actitud social basada en la incomprensión, el desconocimiento y el rechazo. Ya desde la Grecia Antigua, las civilizaciones tenían una concepción mágico-animista o demonológica de gran parte de las enfermedades, en especial de los trastornos psíquicos. Medidas como la brujería, la cremación, la tortura e incluso la muerte, se utilizaban como acto de piedad para liberar el alma del alienado o loco. Hasta hace pocas décadas, el modelo de atención a las necesidades y problemas psiquiátricos y psicosociales más utilizado en esta población, se organizaba en torno al internamiento durante prolongados períodos de tiempo e incluso indefinidamente, en instituciones psiquiátricas denominadas popularmente manicomios. Estas instituciones de grandes dimensiones físicas, estaban descentralizadas de los núcleos urbanos. Se caracterizaban por proporcionar una asistencia psiquiátrica irrisoria y deficitaria basada en una atención orientada al reclutamiento y custodia con unas condiciones vitales insaludables; masificación poblacional, falta de intimidad y despersonalización, constituyendo un agravante factor de cronificación, deterioro personal y psicosocial y deprivante moral. La interacción de diferentes constituyentes tales como el desarrollo de nuevas formas más eficaces de tratamiento farmacológico, psiquiátrico y de intervención psicosocial, cambios político económicos y culturales y movimientos de lucha por los derechos civiles, entre otros, promulgaron la aparición de cambios y modificaciones en el abordaje y tratamiento de las personas con Trastorno Mental Grave (TMG), permitiendo avanzar en un complejo proceso de transformación de la atención y situación de este colectivo. La reformulación del concepto de salud surgida en el pasado siglo XX ha supuesto cambios significativos. Concebirla como algo positivo y no centrado exclusivamente en la enfermedad y disfunción, supone aceptar que la salud no se compone únicamente desde una vertiente biológica sino que se correlaciona con componentes psicológicos, sociales, culturales y político económicos. De esta manera, se identifica la relación que concurre entre los determinantes psicosociales y la salud generando una visión holística en la forma de abordar y tratar a las personas con Trastorno Mental. Entender la salud como un proceso de capacitación y adaptación personal que puede coexistir con la patología y la disfunción, supone la superación de la visión reduccionista del concepto tradicional. El ser humano es una unidad biológica, psicológica, social, cultural y espiritual en continua relación con su entorno. La interacción dinámica entre la persona, el entorno y la ocupación influirá en el desarrollo y entrenamiento de habilidades funcionales para afrontar los cambios que se producen en su capacidad personal y circunstancias de vida, impactando de este modo en la salud de cada ser humano.